Por: Romina Aravena, Sofía Soto, Iván Leiva y Constanza Covarrubias
Estudiantes de Geografía, Escuela de Formación Territorial GEOUACh

Hoy en día es muy común que la Geografía sea un concepto muy difícil de explicar para cualquier persona que no sea geógrafa, geógrafo o geógrafe, es algo ajeno en la vida cotidiana. Lo anterior, no es de extrañar ¿Cómo podrían saberlo, si no lo han aprendido en su época escolar? ¿Cómo conocer una disciplina que ha sido negada sistemáticamente en el curriculum educativo? La Geografía abarca mucho más allá que un conocimiento memorístico y descriptivo sobre cada lugar en el mundo, que es a lo que normalmente se asocia. La Geografía es una disciplina que mezcla un conocimiento social con uno científico, tiene la capacidad de abrir mentes y formar pensamiento crítico, por lo que se le cataloga, por algunos, como una “enseñanza subversiva”.

La enseñanza tradicional de la Geografía en Chile ha permitido conocer los diversos elementos físicos que se encuentran en el sistema territorial nacional, posibilitando incluso, la elaboración de modelos para la planificación económica y administrativa del espacio. Hacia mediados del siglo XX, el conocimiento geográfico se impartía en las aulas escolares y la necesidad de extender la Geografía a la academia científica era imperativa, pues facilitaría la ordenación y planificación el territorio de acuerdo con sus necesidades. Es así como se crea la Oficina de Planificación (ODEPLAN) en 1967, un año después de la apertura de la carrera de Geografía en la Universidad de Chile. La aplicación de políticas para la planificación del país en todas sus escalas tenía por fin último, mejorar la calidad de vida de los habitantes a través del desarrollo económico. Surgieron así, los planes reguladores para el crecimiento urbano controlado, los modelos de infraestructura territorial para el desarrollo de economías de escala, remodelaciones urbanas y el desarrollo de obras de infraestructuras de transporte para agilizar la conectividad de les habitantes.

Tras el golpe de Estado, la investigación se suprimió y/o se restringió a un grupo seleccionado de la milicia a la cual se le encargó la reestructuración del país en base a intereses económicos externos, implementando un nuevo modelo económico y nuevas políticas públicas, mientras que se perpetuó el acceso limitado a educación a quienes no podían pagarlo, convirtiendo al conocimiento geográfico y al conocimiento en general en un lujo exclusivo para la elite chilena. Con la dictadura militar todo el desarrollo respecto al ordenamiento territorial quedó restringido a la institución castrense mientras que se intentaban cerrar escuelas de Geografía y perseguir a sus estudiantes y docentes. Las políticas aplicadas con enfoque territorial y por tanto, atingentes a la Geografía, se enfocaban en promover un desarrollo extractivista y al servicio de los intereses económicos de la oligarquía chilena, dejando al resto de la sociedad sin acceso y perpetuando el abuso territorial sistemático y dejando sin voz, ni voto, ni libertad de expresión a los ciudadanos. ¿Cuáles son las consecuencias de esto?

La secuela más importante de esto es un Chile cuya administración está concentrada y centralizada, marcada por políticas cortoplacistas, lo que se puede observar con ciudades desordenadas y hacinadas, y con recursos naturales a merced de la demanda económica. A pesar de que la ciudadanía ha conseguido hacer ruido, sus demandas no son comprendidas, puesto que distan mucho de los intereses empresariales. Si hipotéticamente, la opinión de la ciudadanía tuviese un peso decisivo en la toma de decisiones locales, por ejemplo, el Mall de Castro tendría una arquitectura acorde al espacio en el que se emplaza, respetando la identidad local y brindando los servicios que la población objetivo necesita. Justamente es en esto en lo que se piensa cuando la disciplina es quitada de la educación, en una ciudadanía poco informada que no influya en la decisiones que se toman en su alrededor; en mantener a la población en las tinieblas del conocimiento, donde no habría cuestionamiento de la sobreexplotación de los recursos naturales; quedando así el desarrollo de los territorio a merced de los grandes grupos económicos que se aprovechan de quienes no logran abrir los ojos y entender que el sistema económico-social necesita un cambio.

La población local de Chiloé reclamando por mayor participación en las decisiones de su territorio. Fuente: Newen Chilwe Fuerza Chiloé

La Geografía tiene entonces un rol importante en la generación de conocimientos que aporten al desarrollo y aplicación de políticas públicas y programas orientados al mejoramiento de la calidad de vida humana y el resguardo medioambiental. Esto, sin duda, corresponde al fin último de la Geografía. Entonces ¿será necesario que las herramientas geográficas estén al alcance de todos? es más, ¿Por qué no lo han estado desde antes?, son incógnitas que quienes estamos en formación de esta disciplina nos hacemos a diario y la conclusión siempre es la misma; la Geografía debe ser una disciplina impartida en todos los niveles educacionales, dado que el aprendizaje de estos conocimientos insta a desarrollar un pensamiento crítico y consecuente con las acciones a ejecutar, y que puede ser de gran utilidad para fomentar, tanto la participación ciudadana informada como la elaboración de mejoras tanto del modelo económico como social.

La geografía es urgente y necesaria. Se debe democratizar y abrir. Es ante todo, parte inherente de lo que implica el derecho a la educación en todas sus esferas, ya que somos históricamente tiempo y espacio.